viernes, 25 de junio de 2010


¿Nunca has tenido la sensación de encontrarte en el mismísimo centro del vacío? ¿Ni has tenido insomnio a causa de un sentimiento inquietante que cuya procedencia y razón desconoces? ¿Jamás has creído estar en frente de tres enormes puertas entre las cuales te sientes disminuido, ya que te miran sopesándote una y otra vez, cuando en realidad deberías ser tú el que las estudiara?

De nuevo me encuentro en el mismo lugar y en la misma posición en la que pasé parte de mi vida hace un tiempo, cuando el Sol, por poco que fuera, seguía ofreciéndonos sus acogedores rayos, y las nubes, ya agotadas, nos regalaban sus últimas gotas de agua cristalina. Claro que la última vez que estuve en este sitio desconocía el peligro de la ignorancia.
Me encontraba perdida, desconcertada.
Por una de las puertas se podía, aunque muy débilmente, escuchar una suave melodía, un canto armonioso, melancólico pero dulce, apasionado; la atractiva y seductora voz de las sirenas clamaba mi atención, e hipnotizada alcé mi mano hacia el picaporte y lo giré delicadamente. Sentí el peso de toda una atmósfera sobre mi cuerpo pero luché contra ella y finalmente logré colocar uno de mis pies delante del otro. Por la pequeña ranura de la puerta ya abierta, una intensa oleada de aire fresco acarició mi cara, y cerrando los ojos inspiré hasta cargar plenamente mis pulmones con esa fragancia, esa droga, ese sin fin de pequeños matices que coloreaban el perfume con olores corrientes, extravagantes, fríos, calientes, suaves, fuertes, oscuros, brillantes, que como rayos del Sol en un día de invierno, oasis en los desiertos, amor en las guerras, cariño en un alma afligida, rompía la tensión de la constante rutina que me tenían esclavizada y quebraba los pilares de los pensamientos que me atormentaban, llevándome consigo a recorrer los mundos, conocer nuevos paisajes, visitar continentes, convivir en diferentes culturas: descubrir que la vida nos rodea, nos invade, nos deleita con su frescura y alegría, explota como fuegos artificiales… pero todo ello no se puede entre cuatro paredes y tres puertas. Al abrir los ojos caí irremediablemente en el oscuro vacío de mi pesar y aterricé en la Tierra. Los golpes que sufrí me hicieron prometer que antes de tomar cualquier decisión pensaría, sin dejarme llevar por ningún sentimiento.
Así que aquí estoy, esperando a que un milagro llegue de este cielo cargado de nubes negras que tengo por techo y me indique el camino, porque sé que una de las puertas me llevará a lo más parecido que pueda compararse con la felicidad, pero del mismo modo sé que las otras dos me conducirán a una desolación de la que difícilmente pueda escapar.

miércoles, 9 de junio de 2010

Familia Vento

Mi madre!


Un retrato de mi madre, aunque la foto no salió precisamnete recta... aunque el volumen que se obtiene me gusta :)

Laura

viernes, 9 de abril de 2010

miércoles, 7 de abril de 2010

martes, 6 de abril de 2010